Este lugar asombroso, también llamado Lago Retba, se encuentra a pocos kilómetros de Dakar. Durante varios años, fue la última etapa del París-Dakar y el mundo solo tenía ojos para su color casi sobrenatural, entre el rosa y el púrpura, dependiendo de los rayos del sol. Rodeado de dunas y casuarinas, debe su color excepcional a la presencia de cianobacterias o “algas azules” y su hipersalinidad. Es un sitio de visita obligada durante una estancia en Senegal.
Allí los trabajadores recogen la sal con sus manos expertas y agrietadas. De cada dos litros de agua se puede sacar más o menos un kilo de sal. Por esto es uno de los lagos más densos del mundo, más que el mar muerto, y si te bañas no te hundirás, pues la concentración tan alta de sal hace que flotes.
Si se anda un poco en dirección a la playa, unas inmensas dunas nos presentan al inmenso océano atlántico.