Un día, en algunos de esos frugales viajes que de uvas a peras hacemos, paseaba entre la gente por un zoco de una ciudad del sur. Era invierno pero se disfrutaba de una temperatura ideal…No tenía intención de comprar nada, solo pasear sola, relajarme entre las voces y la gente.
¿No os ha pasado que es en esos momentos de soledad buscada, cuando os inspiráis mejor y todos los pensamientos del mundo mundial os vienen a la mente? A veces positivos, otras no tant0.
Entendí entonces, por circunstancias que ahora ya no vienen a cuento, que no hay caminos con salida, ni atajos dulces, ni distancias cortas.
Que lo eterno dura poco rato, que la inspiración es un suspiro breve que hay que aprovechar…y que el cielo, si queremos.. puede estar a nuestra altura. Que si lo que hacía me hacía feliz…tendría que seguir haciendolo… Y que eso tan manido de que «sólo duelen los besos que no he dado», sí, es más verdad que que estoy aquí ahora escribiendo esto.
Que el aire que respiro y una sonrisa son gratis, pero.. no tienen precio.
Y por último, que si me muerdo los labios… la mayoría de veces me haría daño yo.
En definitiva. La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar.
Busca todo eso.
