Lunero no sabía exactamente qué, pero intuía que algo raro pasaba. Desde hacía días salía a la calle en circunstancias extrañas, fuera de horas, y encima no veía ni a Mota ni a Fox , sus colegas favoritos por el parque. Es más, ya no lo llevaban al parque. Y aún más, no veía a casi humanos por la calle. Para colmo su dueña llevaba ahora un artefacto blanco en la cara, parecido a eso tan incómodo que le ponían a él cuando tenían que cortarle el pelo. Aquello le desconcertaba, y mientras caminaba, a menudo miraba hacia arriba, hacia ella.. Pero era inútil, ahora no podía ver la sonrisa amable que tanto le tranquilizaba.
Llegaron a casa rápidamente, los paseos se habían acortado y eso no le gustaba nada tampoco. Se esperó paciente, sin moverse, mientras observaba a su ama enjuagarse con un líquido y quitarse la máscara. Después le tocaba a él. Al terminar de lavarse, Olga le susurró ,..-otro día más juntos Lunero-
Se recostó junto a ella delante del cristal del balcón, aprovechando los últimos rayos de sol. No sabía exactamente por qué, pero sabía que el mundo también había cambiado para él.