De corteza gruesa y color pardo rojizo, las secuoyas crecen muy rectas buscando la luz del sol, a diferencia de sus ramas que lo hacen en dirección horizontal. Igual de curioso que su aspecto es el origen de su nombre. A principios del siglo XIX, el indio cheroqui Sequoiah inventó un alfabeto para el dialecto que hablaba su tribu. Como agradecimiento, el pueblo bautizó con su nombre a este enorme árbol.
El Big Basin Redwoods State Park, el parque estatal más antiguo de California alberga secuoyas de entre 1.000 y 1.800 años de antigüedad y de hasta 100 metros de altura. Pero no solo en la costa americana hay árboles de esta especie. En España también podemos visitar bosque de secuoyas.
El de Cabezón de la Sal, en Cantabria, es el más llamativo y extenso que encontramos. Las secuoyas de Cabezón han permanecido entre 70 y 80 años creciendo bajo un anonimato que hoy permite visitar en Cantabria el bosque de secuoyas más grande de Europa, con una extensión de casi 2,5 hectáreas y con 848 ejemplares de entre 36 y 40 metros de altura.
Pero existen otros puntos del país con pequeños bosques de esta especie. Podemos encontrar algunos ejemplares en los jardines de la Granja de San Ildelfonso (Segovia), 35 ejemplares en una finca privada de Huéscar (Granada) y un bosque en Poio (Galicia), que cuenta con ejemplares más jóvenes que el cántabro, pues fue plantado en 1992.
Fuentes NatgeoEsp. Elágoradiario. Cantabria.